jueves, 12 de junio de 2014

Sobre ruedas y mercados: la impunidad del tráfico de especies en México


Actualmente en el país, existe un profundo problema de tráfico ilegal de especies, con escasa participación por parte de la autoridad competente.

Afortunadamente y desafortunadamente México tiene una extensa variedad de especies de las existentes en el globo terráqueo.

Nuestro país alberga un 10% de las especies del planeta, es el primer lugar en reptiles (50% de ellos catalogados como endémicos). Es el segundo lugar en mamíferos, el cuarto lugar en anfibios y decimo lugar en aves, según lo publicado por los órganos en materia ambiental existentes en la república, así como por el Instituto Nacional de Ecología.

Decimos afortunadamente porque el hecho de que residan aquí, habla bien de nuestro territorio, el cual es propicio para la existencia de vida silvestre. Incluso es un reconocimiento al tratamiento que el ser humano en este territorio ha dado a las distintas especies, históricamente. Sin embargo es desafortunado, porque quizá en otra parte del mundo no tendríamos lugares como en México, donde se trafica con la vida animal., o por lo menos no sin sanciones ejemplares, ni con la frecuencia en que se da aquí.

Esto consideramos, es resultado de la inacción de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), órgano desconcentrado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y de esta última instancia. Durante lo que va del año la Profepa ha reivindicado su trabajo mediante acciones mediáticas en contra de establecimientos comerciales cuya identidad es bien conocida. La autoridad ambiental, sin embargo, falta a los ordenamientos que la originan.

El Reglamento Interior de la Semarnat en su artículo 45 señala algunas atribuciones, en las cuales la Profepa es omisa o aplica la ley de manera selectiva. Entre algunas que son parcialmente cumplidas son las de “Programar, ordenar y realizar visitas u operativos de inspección, para vigilar y evaluar el cumplimiento de las disposiciones jurídicas aplicables a la restauración de los recursos naturales, a la preservación y protección de vida silvestre, quelonios, mamíferos marinos y especies acuáticas en riesgo”. “Recibir, atender e investigar las denuncias en las materias competencia de la Procuraduría y, en su caso, realizar las diligencias necesarias para determinar la existencia de los actos, hechos u omisiones motivo de denuncia”. “Estimular y fomentar la participación de la población en la vigilancia y cumplimiento de las disposiciones jurídicas ambientales, así como brindarle asesoría en asuntos de protección y defensa del ambiente”.

Lo anterior sirve de preámbulo para describir lo que actualmente pasa con los mercados públicos y tianguis de la capital donde prolifera el comercio ilegal de especies. En tianguis como el de San Felipe, el Mercado Sonora, el de Río Frio, la Morelos, el de Villa del Rosal en Iztapalapa, el de Pedregal de Santo Domingo en Coyoacán, el tianguis El Salado ubicado en la Avenida Zaragoza, entre otros, se pueden comprar (o se han podido comprar), cardenales, pericos atoleros, perros, gatos, tarántulas, monos araña, titis, aullador, aullador negro, hurones de patas negras, iguanas negras, gatos montés, loros cabeza amarilla, cenzontle norteño, cuervitos, loros mejilla amarilla, pericos frente blanca, loros cabeza azul, pericos pecho café, guacamaya roja, guacamaya verde, pavo real, tucán pecho amarillo, boas, cocodrilos, serpientes, linces, tortugas, especies varias de ellas en peligro de extinción y que se mencionan en la NORMA Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010.

Para ilustrar lo dicho, en el mercado negro se pueden encontrar monos araña en precios que van de los 8 mil a los 30 mil pesos, las tarántulas aunque más “baratas” se adquieren en 100 o 150 pesos, los cardenales en 350 pesos.

Cabe mencionar las condiciones insalubres en que se encuentran, los maltratos a que están expuestos y los escasos cuidados. Quien haya ido a alguno de estos lugares podrá notar las pésimas condiciones en que se encuentran los animales, sin alimento, sin condiciones de higiene, etc.

Para cerrar la exposición de estos casos, si un ciudadano pretende hacer una denuncia por internet o por teléfono se va a encontrar en el primer caso, con que el servidor de la pagina web no funciona en el link HAZTU DENUNCIA, o con un engorrosa operadora en la cual será más deseable colgar.

Con estos ejemplos y datos queda de manifiesta la incapacidad de la Profepa y la Semarnat para cumplir con lo que la ley les obliga. Esta inacción, en contraste con su constante actuar en contra de comercios establecidos, puede tratarse de una lamentable “cacería de brujas” o “cobro de favores” para beneficiar a algún competidor.


En este marco de impunidad conviene reflexionar en el papel de las autoridades por ahora y su probable favoritismo. En cuanto a los ciudadanos una palabra es clave: educación y conciencia ambientales.




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