La Unión Europea (UE) alberga a cinco especies de grandes carnívoros: el oso pardo, el lobo, el glotón, el lince euroasiático y el lince ibérico. Por ello, la Comisión Europea presentó, ayer en Bruselas, una plataforma para la «Coexistencia entre personas y grandes carnívoros» en la que participan organizaciones agrarias, científicas y de cazadores.
«En los últimos años, ejemplares de especies amenazadas como linces, lobos y osos han regresado a aquellas zonas de Europa occidental de donde fueron exterminados y donde llevan mucho tiempo extinguidos; por lo que su vuelta plantea grandes retos, en especial en lugares donde las prácticas ganaderas tradicionales han desaparecido», explica WWF en una nota. El Fondo Mundial para la Naturaleza, junto a otras siete organizaciones, entre ellas la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, representantes de los ganaderos (Copa-Cogeca) y cazadores (FACE y CIC-WILDLIFE) forman parte de la plataforma.
«La presencia de los grandes carnívoros en muchas áreas de Europa supone un éxito para la conservación. Aunque ha pasado un poco desapercibido, el hecho es que en la última década se han duplicado las poblaciones de oso pardo en Karelia (Finlandia) y en España (Cordillera Cantábrica), así como las de lobo en Alemania y Polonia o de glotón en los países escandinavos. Las reglamentaciones de la UE de protección de la naturaleza, como la Directiva Hábitats, han jugado un papel fundamental», ha asegurado el director de la oficina de políticas europeas de WWF, Tony Long.
Por ejemplo, la población de oso pardo en la UE se ha incrementado un 7% en los últimos siete años, pasando de 15.800 ejemplares en 2005 a 17.000 en 2012. Y la población de glotón se ha duplicado durante el mismo periodo (de 675 a 1.250).
España
En España viven tres de las cinco especies de grandes carnívoros que se busca proteger, aunque una de ellas, el lince ibérico, no ha sido incluida en el presente acuerdo al no considerarse un taxón que genere problemas de convivencia.
En la actualidad, el lobo es la especie que genera mayores conflictos en España debido, apunta WWF, a la «falta de planes de gestión y a la mínima inversión por parte de las autonomías en medidas de compensación (pagos por daños, justos y rápidos) y de prevención (adquisición de perros guardianes, cierres para el ganado o presencia permanente de pastores). Las administraciones, además, prefieren controlar las poblaciones de la especie a través de la caza o la muerte de ejemplares». El Fondo Mundial para la Naturaleza también se queja de que no se conozca «exactamente» el número de manadas de lobo que existen en España ante la «falta de seguimientos rigurosos realizados con una metodología científica». El último censo nacional se realizó en el año 1989.
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