Desde la aparición del humano en el planeta la naturaleza y sus recursos le han proveído de lo necesario para su sustento, lo cual con el paso del tiempo para algunos se convirtió en una necesidad de dominarla, poseerla, saquearla y de ella obtener recursos económicos, sin tomar en cuenta la capacidad de regeneración de los ecosistemas y el bienestar de los organismos con que lucran.
El comercio de fauna silvestre se realiza a nivel mundial por medio de dos vías: la legal y la ilegal, sin embargo la línea que las divide es muy delgada, pues en reiteradas ocasiones lo legal ampara a lo ilegal, así como lo ilegal gracias a diversos actores se convierte en legal. Esto hace que como resultado se cometan graves efectos negativos a los ecosistemas e injustificado maltrato animal.
El tráfico ilegal de fauna silvestre pese a las estrategias internacionales que por años se han implementado para su combate, sigue en auge. Se considera que a nivel mundial ocupa el tercer lugar dentro de las actividades ilícitas después del tráfico de drogas y de armas, pues se estima que las ganancias oscilan entre los 8 y 10 mil millones de dólares anuales. Así mismo hoy en día representa la segunda causa de extinción de especies, después de la pérdida de hábitat.
En este negocio como en cualquier actividad comercial existen los “productores”, que son los países en vías de desarrollo, principalmente los catalogados como megadiversos, que por medio de un “intermediario” atienden a los “consumidores” que en este caso son los países desarrollados. Sin embargo el comercio ilegal de especies inter-país también genera una gran actividad de mercado con la misma cadena de productor-intermediario-consumidor. Cabe aclarar que en ambos casos el consumidor final es un individuo que paga por un producto o servicio derivado de un animal.
En México la operación de esta actividad es próspera y redituable, somos un país re-exportador, sin dejar de lado el gran número de importaciones ilegales de fauna, productos y subproductos. Esta situación se da a diario, pese a que se cuenta con legislación en materia, es firmante de convenios internacionales y cuenta instituciones quve se encargadas de la protección al ambiente.
Sin embargo, volviendo a la gravedad del problema a nivel mundial y al analizar los datos oficiales de operativos y personas detenidas, damos cuenta de que en nuestro país se subestima de manera considerable la seriedad del problema. Y esto atiende a que los hacedores de la política nacional se han olvidado de que los problemas de la fauna, deben ser tratados de forma integral y desde la raíz.
La experiencia nos debe hacer entender que de nada sirve crear leyes si no hay capacidad intelectual, operativa y económica de la institución que la va hacer valer, si como gobernante se es participe directo de la promoción de tenencia de fauna silvestre de forma irresponsable al permitir espectáculos en los cuales los animales mediante la violencia son sometidos a realizar actos antinaturales, si se cuenta con zoológicos en pésimas condiciones, si se tienen poblaciones en grave estado de marginación y más allá de ello, si en general se carece de una real educación ambiental.
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